En la sociedad en la que vivimos, es muy fácil confundir lo material
con la felicidad. Lo cierto es que continuamente se nos sugiere que uno
puede alcanzar cualquier cosa solo si tiene posesiones materiales. Es
como si todo tuviera un precio que se puede comprar en monedas o
billetes.
Sin embargo, ¿es más rico el que más tiene? Puede coincidir que así sea, pero si hablamos de riqueza emocional su precio es diferente: es más feliz quien puede disfrutar de las personas que le llenan, de los placeres pequeños y de las cosechas que ha sembrado con esfuerzo.
Es cierto que lo material nos facilita las circunstancias e incluso
muchas veces también puede darnos momentos felices; no obstante, esto es
una felicidad momentánea: las riquezas físicas pueden librarnos de
necesidades vitales como el hambre o disminuir la sensación de tristeza, pero a la larga no aumentan la del bienestar psicológico.
Por esta razón, Poner precio a todo es un medio para hacernos la vida más cómoda, pero también es muy peligroso: ver en las posesiones materiales un fin en sí mismo es claramente un signo de esclavitud. Charles Dickens ya nos dio una prueba con su Cuento de Navidad: dar es mucho más gratificante que obsesionarse pilas de algo que, humanitariamente, no nos llenan.
La felicidad no se compra, se conquista No lo dudes y empieza a conquistar todo aquello que sabes que nunca podrás comprar, pero está a tú alcance. Necesitamos perder el miedo a salir de nuestra zona de confort para ofrecer lo que somos sin restricciones y aprender de los que nos rodean: pues no, no es más rico quien más dinero tiene, sino el que se realiza por y para sí y los demás.
Por supuesto, el mero hecho de esperar a ser felices no va a provocar que lo seamos: toda conquista exige un coraje, mucho amor, una valentía y algún fracaso. Recuerda que dicen que si quieres sentirte rico has de contar todo aquello que tienes y que no se puede comprar.
“El
dinero sólo puede comprar cosas materiales, como alimentos, ropas y
vivienda. Pero se necesita algo más. Hay males que no se pueden curar
con dinero, sino sólo con amor”
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